LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN

No cabe duda de que los espacios públicos contribuyen al fomento de la ciudadanía y de la identidad. Además dicen mucho de cómo se relacionan los habitantes de una comunidad, de ahí su relevancia dentro del ámbito urbano.

En Colindres, la Plaza de la Constitución reúne tales atributos, pues  es uno de esos espacios que elegimos y al que acudimos para celebrar en él muchos de los eventos lúdico-festivos de la villa. Por ello, en breve, en esta plaza se acometerán diversas intervenciones que mejorarán ostensiblemente sus prestaciones, dirigidas a todo tipo de usuarios, con la dotación de una zona de juegos infantiles, espacios de tertulia y zona para la celebración de ferias y eventos varios.

Mucho cambió este entorno, en la década de los setenta del pasado siglo, cuando se recuperó como espacio público en un momento en el que el crecimiento urbanístico y poblacional de Colindres no paraba de crecer.

La plaza ocupa hoy lo que entonces era un “descampado” baldío, un solar que aún delataba un terreno dunar degradado entre nuevas construcciones. Su aspecto mutó drásticamente tras replantearse el trazado del camino de arena que unía las calles Manuel Fernández Madrazo y Heliodoro A. Fernández. Éste, atravesaba el solar diagonalmente y el punto donde hoy confluyen ambas calles estaba ocupado por los huertos de los inquilinos de la Casa de los Maestros (1960).

El motor que aceleró la recuperación del paraje en cuestión fue la construcción del edificio de la Telefónica. Y esto no iba a ser gratuito pues, sin querer, aportó un nombre oficioso al lugar llegándosele a conocer popularmente como “Plaza de la Telefónica”; poco después le tocó al mobiliario urbano usurpar la notoriedad del lugar y algo tan inocentemente trivial como la dotación de unas luminarias, eso sí, ostentosas o numerosas para aquella época, consiguió atraer la atención de los ciudadanos tanto como para llamarla “La plaza de las Farolas”.

Con tantos elementos nuevos nos costó acostumbrarnos al nombre de “Plaza de la Constitución” aunque dicha denominación ya se había estrenado en el callejero colindrés un siglo antes.

Y es que, alrededor del último tercio del siglo XIX, estar en la plaza de la Constitución de Colindres nos situaría en la actual Calle de Puerta o Cantón de Puerta de entonces. En el cruce de caminos donde confluyen el Camino Real, que viene por Raposil en dirección a San Juan, con el camino de la Cuesta de Mori. Allí se formaba una plazoleta llamada El Moradal, delante de la que fue casa del secretario real de Felipe II, Pedro del Hoyo (Casa de Valle posteriormente), antes de ser ésta vallada en beneficio de la familia Valle, no sin antes pleitear con el ayuntamiento por su titularidad.

Ya entonces poseía esta plazoleta una dimensión sociocultural como lugar de encuentro, y es que era costumbre celebrar en ella algunas de las romerías más populares de Colindres. Y precisamente por ser lugar de asamblea, de  fiesta, de juego y de música debió de ser elegida en su día para llevar el nombre de Plaza de la Constitución, denominación que ya la identificaba en 1860. Para entonces, ya se habían promulgado tres Constituciones en España (1812, 1837 y 1845).

Probablemente, cuando la población comenzó a desplazarse a los nuevos terrenos de Colindres de Abajo, la plaza hubo de competir con otros espacios de reunión por lo que fue perdiendo concurrencia ciudadana. No obstante, siguió teniendo interés para los vecinos de la zona quienes en 1877 reclamaban la rehabilitación del juego de bolos que años antes ya se ubicaba justo allí. Desconocemos si finalmente lo consiguieron; lo cierto es que antes de 1886 el juego de bolos ya se había establecido en las inmediaciones de la Alameda del Barrio Nuevo.

Estos movimientos poblacionales fueron desplazando el interés de unos espacios de reunión por otros más próximos a los nuevos asentamientos. Así pues, muy poco a poco -cien años después-, también acabó instalándose en uno de ellos la denominación de Plaza de la Constitución aludiendo, obviamente, a la de 1978, pero con idéntica intención, la de dar nombre a un espacio público en el que se fomenta el ejercicio de la ciudadanía y el sentimiento de identidad.

Pie de foto: Casa Valle antes de su restauración en 1909. Archivo Carmen Urriola.

Textos: Yolanda Arce & Ángel Revuelta

Habilidades

Publicado el

19 marzo, 2018

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