La concesión de la Carta de Privilegios en 1399 fue un hecho de especial relevancia histórica para Colindres. La situó en una singular posición administrativa y fiscal que propició su posterior prosperidad. Sin embargo, los comienzos no fueron fáciles, pues hubo de pagar un alto coste por el Privilegio.
Para conseguir los 2.500 florines que impidieran su sometimiento al señorío de los Velasco, hubo de establecerse un fuerte impuesto a todos los habitantes de la villa, incluidos los barrios de Lucía, la Serna, Mellante y Pereda. El malestar provocado fue aprovechado por Laredo para ganarse la afinidad de éstos y solicitar su jurisdicción, desencadenando un pleito entre ambas villas. En 1403, una real ejecutoria expedida por la Real Chancillería de Valladolid, sentenció la incorporación de aquellos barrios a la jurisdicción laredana, imponiendo a Colindres la devolución de lo embargado y el pago de 11.980 maravedíes por las costas del pleito. Fue el comienzo de un conflicto intermunicipal prolongado durante siglos.
La singular situación de “limbo fiscal” adquirida por Colindres, exenta de contribuir en Castilla (a excepción de los servicios al rey), pero también en el Señorío de Vizcaya, le confirió cierta autonomía gubernativa y le permitió navegar entre dos aguas para conservarla. De ese modo, en 1538 los procuradores colindreses acudieron a la Junta General de Guernica para lograr amparo frente a las pretensiones jurisdiccionales del Corregidor de las Cuatro Villas de la Costa. En 1577, ante la intención de imponer un impuesto a los pecheros del municipio, se esgrimieron las exenciones del Privilegio, así como la condición de hidalguía de toda la población. Y en 1645, ante una inspección de la Hacienda de Millones, Colindres incoó expediente para demostrar que estaba exenta del pago. Con posterioridad, en 1683, el Corregidor pretendió reforzar su control sobre los movimientos portuarios, ante lo que Colindres respondió defendiendo su derecho y facultad para traer y descargar libremente en sus riberos todo tipo de mercancías.
Gracias a ello se potenció un notable dinamismo económico. En Colindres se comerciaba con vino y se exportaba castaña y pescado a Castilla. Además, la proliferación de molinos de marea permitía su uso más allá de la producción local, pues el Camino Real la convertía en un centro de transformación de parte del trigo recibido de Castilla. Pero la exportación más significativa fue la de cítricos: limones y naranjas amargas, necesarios para la prevención del escorbuto, se enviaban a Inglaterra, Irlanda y los Países Bajos para la elaboración de mermeladas. Por otro lado, el maíz traído de América, mejor adaptado al clima, sustituyó al trigo y permitió la mejor alimentación de la población, lo que redundó en un sostenido crecimiento demográfico.
Colindres vio reforzado el Privilegio cuando Felipe V le concedió, en 1702, la facultad de elegir anualmente Alcalde Ordinario “desde allí perpetuamente y por siempre jamás”, liberándose de la jurisdicción del Alcalde Mayor de la Junta de Seña. Dos años después se redactaron nuevas ordenanzas municipales, en sustitución de las existentes desde 1582, en una de cuyas cláusulas aludía a la obligación de convertirse en vecino o de presentar filiación de hidalguía para casarse en la villa.
Alcanzó entonces Colindres su mayor grado de autonomía. Sin embargo, iba a enfrentarse a los primeros intentos serios de anular su aforamiento e incorporarla fiscalmente a Castilla, impulsados por la Hacienda Real en 1763 y en 1774. Los gastos de los sucesivos pleitos irían haciendo cada vez más oneroso el sostenimiento de los privilegios, pero desde Colindres no se cejó en su defensa.
Era una ofensiva, la de la Corona, englobada dentro de la política uniformizadora de la dinastía borbónica, que se materializó en la creación de la –efímera– Provincia Marítima de Santander en 1799. Así, Fernando VII, restaurado en el trono tras la Guerra de Independencia, fue el último rey que confirmó el Privilegio, el 24 de abril de 1815, tras la abolición de la Constitución de 1812.
En 1820 Colindres y Limpias emprendieron un nuevo pleito frente a la Hacienda, cuyo principal defensor fue el diputado colindrés Tomás Demetrio de Alvear, representante en Cortes de las dos villas durante el Trienio Liberal; un sorprendente hecho, éste, sólo explicable por encontrarse ambas pendientes de su incorporación a una provincia. Finalmente, el triunfo del liberalismo impuso un régimen de derecho único e integró a Colindres en la Provincia de Santander creada en 1833, como un municipio constitucional más. Fue el fin del Privilegio de Colindres.
Pie de fotos: “Página del Privilegio y primer número del Boletín Oficial de la Provincia. Principio y fin del Privilegio”. Fuente: Ayuntamiento de Colindres y Gobierno de Cantabria.
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