Cuando ciertas imágenes antiguas nos permiten mirar hacia atrás, descubrimos rincones que sin haberlos vivido llegamos a añorar, como nuestro anterior original salón de plenos municipal, decorado por un entrañable artista local.
Valeriano López Bengoechea nació en Colindres un 15 de diciembre de 1884, en el seno de una de las familias más acomodadas del municipio, la familia Bengoechea López. Algunos de sus miembros llegaron a ostentar cargos políticos de mayor o menor relevancia, como su tío Miguel Bengoechea, quien fue alcalde de Colindres en dos ocasiones, en una época decisiva para la expansión urbanística del Barrio Nuevo, lugar donde se ubicaba la residencia familiar, conocida como “Villa Amelia”.
Sus padres regentaron un comercio en este mismo barrio, pero además su economía se veía arropada por los negocios que la familia materna despachaba en Colindres y en San Sebastián.
Valeriano López destacó entre sus paisanos por sus dotes pictóricas desde muy temprana edad, hasta que por casualidad captó la atención de ciertos visitantes: se dice que, siendo aún mozo, Valeriano encontró en la fachada del comercio de sus padres el lugar perfecto para esbozar un “Cupido” con el que sorprendió a los ocupantes de uno de los escasos automóviles de turistas que entonces circulaban por aquí. El trabajo no les dejó indiferentes, pues se ocuparon de convencer a sus padres para cultivar el talento de su hijo. Así fue como tiempo después lo enviaron a estudiar Arte a Barcelona.
Finalizados sus estudios regresó a Colindres donde, al amparo del pintor academicista Fernando Camollano, comenzó a trabajar en la Casa de D. Luciano Calzada. Mientras el maestro decoraba el salón principal de esta casa con unos exuberantes granados, Valeriano continuó con aquél arte mural que inició en su infancia, utilizando esta vez las paredes y techos de las habitaciones de la planta baja de esta vivienda, para las que eligió cenefas y motivos geométricos propios del estilo modernista imperante en la época.
Estos primeros trabajos le promocionaron, sin duda, entre una recién nacida clientela burguesa que buscaba con el nuevo estilo de moda la distinción de sus mansiones. Destacan entre ellas la que perteneció a la familia Valle en Colindres, en la que aún se conservan varios paisajes en el friso del comedor principal tras su restauración en 1909, además de otras en Santoña y Laredo como las de Albo, Salesas, Villarías, Lastra o Villegas. Otro trabajo admirable fue el realizado en los techos del desaparecido Gran Cinema Marce, decorados con unos magníficos “angelotes”, “amorcillos” o “cupidos”.
En el mes de junio de 1911 contrajo matrimonio con Adámina Díez. Esta unión nunca fue aceptada por su familia, llegando por ello a ser desheredado. Poco después, dejó de gozar de los privilegios de una vida hasta entonces desahogada.
Sin embargo, su trabajo siguió reconociéndose y en este mismo año comienza la obra que, sin duda, mejor conocemos de él: la realizada en techos y paredes del Ayuntamiento de Colindres. En septiembre de 1911, finalizada la construcción del edificio que albergaría las escuelas, la biblioteca y posteriormente el consistorio del municipio, se convocó un concurso entre los artistas de la localidad para pintar el salón de sesiones “al óleo mate y según boceto facilitado de antemano”. El fallo del concurso adjudicaba poco después la decoración pictórica a Valeriano, comprometiéndose éste a efectuarla por la cantidad de doscientas cuarenta y tres pesetas.
De esta obra D. Javier Gómez Martínez, Doctor en Historia del Arte de la Universidad de Cantabria, habla en un artículo de la Revista Altamira (2001): “La decoración pictórica del techo es enteramente secessionista: las series de espirales son análogas a las empleadas en la decoración mural del Palacio Stoclet de Bruselas (1905-1911) rigurosamente coetáneo del edificio de Bringas; el friso que remata los muros posee la misma naturaleza y está estrechamente emparentado, además, con el friso de mayólica del actual Instituto Santa Clara de Santander; el conjunto pictórico, francamente excepcional en el contexto de la región, nos es conocido a través de una fotografía de época…”.
Estas pinturas permanecieron ocultas durante varios años a causa de las obras realizadas en el ayuntamiento en la década de los sesenta del pasado siglo: quedaron atrapadas entre planchas de escayola y dañadas por sus anclajes, y posteriormente arruinadas por las numerosas goteras del deficiente tejado del consistorio. La última restauración del edificio contemplaba su recuperación, siendo finalmente inviable a causa del gran deterioro de las mismas.
Además de la decoración mural Valeriano López pintó numerosos lienzos en su taller de Santoña, municipio en el que había fijado su residencia. Nada queda de este trabajo pues su precipitada marcha a causa de la Guerra Civil y el saqueo que sufrió su taller, impidió a su familia conservar alguna de sus obras.
Falleció en Palencia en 1938 o 1939.
Pie de foto: “El original salón de plenos del Ayuntamiento estuvo decorado por el arte de Valeriano López”. Fuente: Archivo Carmen Urriola.
Hola, muchas gracias por este hermoso reportaje que hiciste sobre la vida profesional de mi abuelo, me encantó leer su recorrido, ya que los niños no tuvimos la dicha de conocerlo, tenemos algunos recuerdos descritos por nuestro padre.
Me gustaria si es posible tener más informaciónnes sobre él y la familia LÓPEZ BENGOECHEA.
Para que conste, soy uno de esos muchos nietos, vivo en Francia y conozco bien a Colindres y Santoña donde voy a pasar una semana cada año.
Nos llaman Pintoruco.
Un Saludo