Casi 40 niños y niñas disfrutan de distintas actividades y juegos en la semana no lectiva
Como en ocasiones anteriores, el Ayuntamiento de Colindres ha puesto en marcha el servicio de conciliación durante esta semana no lectiva, organizando un campus enfocado a niños y niñas de entre 2 y 12 años.
El servicio se ofrece de 8.00 a 14.00 y en él participan un total de 37 menores que disfrutan de actividades cuyo tema central es el Samuín, con el objetivo de acercar a los niños y niñas el origen de una de las fiestas más populares que conocen.
Durante las mañanas, además de las actividades y talleres programados, los pequeños y pequeñas pueden disfrutar de un tiempo de juego libre. Además de talleres de manualidades (relacionadas con la fiesta que se celebra) se organizan juegos en grupo de interior o de exterior, si el tiempo lo permite.
Para la concejal de infancia, Araceli Ayesa. “resulta necesario que tanto padres como madres tengan la oportunidad de poder conciliar el trabajo con la vida familiar durante este periodo, así como que los niños y niñas tengan alternativas de ocio y desarrollo social durante esta semana no lectiva”.
En este sentido, el alcalde de Colindres, Javier Incera, ha reiterado “el compromiso del equipo de gobierno por dar respuesta a una demanda cada vez mayor por parte de padres y madres que buscan conciliar su ritmo de vida laboral con los periodos vacacionales de los más pequeños”. “Además, tratamos siempre de programar actividades que resulten atractivas para los niños y niñas y que muchas de esas actividades las realicen en grupo, fomentando así la comunicación y la interacción entre ellos y, si se puede, al aire libre”.
SAMUÍN
Esta tradición de origen celta celebrada la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, cuenta con más de 2.500 años de antigüedad, y nace de la recogida de la cosecha previa al invierno, a la cual se le rendían las gracias.
El Samuín, Samhain en gaélico, significa “fin de verano”, por lo que esta celebración fue considerada el «Año Nuevo Celta», ya que significaba el fin de la cosecha y el comienzo de la estación oscura.
Se creía que cuando los días se acortaban y las noches se alargaban, los espíritus salían de los cementerios para apoderarse de los cuerpos de los vivos y así, resucitar. Para ahuyentarlos, se encendían hogueras, se disfrazaban con máscaras, dejaban comida afuera y decoraban sus casas con elementos de aspecto espeluznante.
Esta actividad adaptada a los niños y niñas se convierte en una semana de divertimento y mascarada, alrededor de un elemento histórico y costumbrista.
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