La Cofradía de Colindres (II)

El conflicto abierto entre mareantes colindreses y laredanos por la intromisión de los primeros en aguas jurisdiccionales pejinas, se intentó solucionar con la firma de una concordia en 1815. Sin embargo, la persistencia de los pescadores de Colindres en seguir faenando en aguas de Laredo reabrió el enfrentamiento, lo que llevó a la Cofradía de San Martín a solicitar a las autoridades de Marina la prohibición de que aquéllos pescaran en su jurisdicción. La pugna persistió hasta que, en agosto de 1820, los mareantes colindreses dirigieron a los cofrades laredanos una propuesta de colaboración.

Según ésta, se constituiría una junta integrada por procuradores y alcaldes de mar de ambas cofradías, junto con cuatro “hombres buenos”, dos por cada uno de los concejos. En su seno se plantearían las diferencias entre los pescadores de ambas villas para tratar de llegar a una solución consensuada.

En todo caso, la larga tradición del gremialismo marinero llegaba a su fin. En 1864 se dictó la supresión de los gremios de mareantes y en 1873 la matrícula de mar fue extinguida. Ello dejó un vacío que, ante la profunda transformación que las actividades pesqueras sufrieron por la industrialización del sector pesquero y su integración en la nueva economía de mercado, hubo de colmatarse a comienzos del siglo XX con el agrupamiento de las gentes de mar en nuevas modalidades de organización.

Las primeras décadas del siglo asistieron a la mejora técnica de las embarcaciones (motores de vapor y gasolina), permitiendo naves más grandes, potentes y seguras, y a la introducción de nuevos tipos de artes y técnicas de capturas; todo lo cual redundó en una mayor capacidad y productividad del sector. Esta capitalización y tecnificación de las añejas labores artesanales implicó, sin embargo, que las antiguas sociedades marineras perdieran el control que habían ejercido durante siglos sobre sus actividades.

Es el momento en el que los medios de producción, que siempre habían estado repartidos entre la mayoría de los integrantes de las embarcaciones, al necesitar mayores volúmenes de inversión pasaron a ser propiedad de unos pocos. El resto de la marinería se convirtió en mano de obra contratada, que debió adaptarse a las nuevas relaciones sociales de producción: el movimiento obrero comenzó a implantarse en el seno de las comunidades marineras.

Así, en 1900 la cofradía colindresa se reconvirtió en la Sociedad de Socorros Mutuos de la Unión Marinera de Colindres. Su sede fue construida en 1909 por obra de Pedro Asensio sobre un terreno de ciento cincuenta metros cuadrados cedidos por el Ayuntamiento, siendo presidente del cabildo Benito Ibáñez. El edificio contaba con salón de reuniones, gabinete para la Junta, despacho, sala de escritorio, portal y escusado; instalaciones a las que se les añadió la marquesina en 1920 y el primer surtidor de gasolina del pueblo en 1926.

En este último año la Sociedad fue refundada como Pósito de Pescadores Unión Marinera, sustentado en el asociacionismo cooperativo. El 21 de febrero de 1926 se incorporó a la Confederación de Pósitos de la Costa Cantábrica. Y en junio de 1934 aprobó su nuevo reglamento. Esta adaptación le permitía optar a las subvenciones que el Ministerio de Marina concedía a través de la Caja Central de Crédito Marítimo, solicitar a ésta préstamos al 3% anual (a devolver en cinco años prorrogables) y disfrutar de diversas exenciones fiscales. Su Junta de Gobierno estaba formada por cuatros socios, dos patronos y dos obreros, votados en Pleno.

Sus actividades se agrupaban en dos funciones principales. Por un lado, organizar la manipulación, venta y exportación de la pesca de sus asociados. Y por otro, favorecerlos con una determinada política social: socorrer a enfermos, inválidos y jubilados; suministrar medicinas y asistencia médica; ayudar a los asociados en caso de falta de ingresos; aumentar su cultura general y profesional (mediante clases nocturnas); organizar cooperativas de consumo para facilitar la adquisición de artículos para la vida profesional y privada; conceder préstamos a muy bajo interés; y adquirir embarcaciones y artes cuando se considerara necesario.

Por otro lado, la fuerte conflictividad social y política vivida en los años treinta derivó en la escisión del asociacionismo pesquero colindrés entre empresarios y trabajadores, con la formación de una Sociedad de Armadores.

Tras la Guerra Civil, la implantación de la dictadura implicó nuevos cambios en la organización de las sociedades marineras. Se clausuró así la etapa como pósito para la Unión Marinera que, mediante la Ley de 18 de octubre de 1941 y la Orden de 31 de marzo de 1943, fue encuadrada dentro del Sindicato Vertical de la Pesca, con la obligatoria agrupación en su seno de empresarios y trabajadores. Recuperó entonces la denominación de Cofradía y quedó bajo la tutela del Instituto Social de la Marina.

La transición democrática y la aprobación de la Constitución en 1978 abrieron una nueva etapa, la actual, en los más de dos siglos de historia de la Cofradía de Pescadores San Ginés de Colindres.

Yolanda Arce y Ángel Revuelta

Pie de foto: “El edificio de la Venta a comienzos del siglo XX”. Fuente: Archivo Carmen Urriola.

 

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Publicado el

25 septiembre, 2018

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